Parte quince del diario íntimo de un hombre cincuentón que atraviesa los senderos de la vida como puede. El primer texto se publicó en la edición del 30 de junio. En esta oportunidad nuestro personaje se siente estresado. La risa como salida al absurdo.
16 de octubre
Muchas caras largas en la calle, en el trabajo, en las plazas y hasta en los niños. Octubre se vino con un peso más que importante. Afloran alergias, dolores, cansancios, rencores, intolerancia. El fin de año es el momento más esperado por varios, en especial por mi. Pedí vacaciones a partir del 30 de diciembre. Playa en el caribe con mi negra. Unos cocos cargados de piña colada fresquita, algunos tragos exóticos, el mar cuyas olas acariciarán los dedos de mis pies. La arena que indefectiblemente se colará en mi cabello impidiendo que luzca decente, cosa que me importará nada.
Estos días mis compañeros de trabajo estuvieron intolerables, a decir verdad, el intolerante soy yo. Es probable. La gente me tiene abatido, la repetición constante de la misma escena una y mil veces, como si fuera idéntica película que retorna eternamente. El absurdo de una vida sin sentido. Donde todos somos similares, iguales, reemplazables. Solo algunas personas vamos encontrando por el mundo que tienen un qué se yo...que nos hace click. El número se reduce a unas pocas almas a las que le tenemos confianza, sensación pocas veces transitada. Seres en los cuales podemos depositar una risa y una lágrima. Amenabar, es una de estas almas. Nos conocemos hace 27 años, siempre fuimos compañeros de laburo en la misma sección. Recibiendo papeles, entregando cheques. Un trabajo especial porque el otro siempre es alguien ilusionado. Ilusionado por el dinero que espera con ansias, anhelo. En algunas ocasiones tienen que regresar. En ocasiones demora el pago y entonces se ven las caras largas. La gente no se enoja con nosotros. Entiende la burocracia.
Amenábar es mi colega, ambos atendemos juntos al público expectante. Un tipo irreemplazable. Recuerdo cuando me estaba separando, mi situación financiera era un desastre y mi amigo sin decir una palabra, me entregó el dinero que necesitaba para comenzar el juicio. Solo bastó que le cuente mi desgracia, sin pedirle nada, para que su generosidad despierte.
Un hombre de una belleza interna enternecedora. Especialista en derecho, poeta, bohemio, amante del alcohol, el fútbol. Filósofo como pocos. Hincha fanático de Atlético Tucumán, el club de sus amores.
Me vio abatido en estos días, con la cara que rozaba el piso, la mirada pesada, la boca seca, los labios finos y una voz quebrada. No podía dominar mi estrés, mi anhelo de que todo se termine cuanto antes. Incluso una gripe me aturdió someramente. Estaba sintomatizando el hastío. Sin embargo siempre tengo un chiste para hacer cuyo objetivo es la invariable risa. Cura sin igual para los empedernidos existencialistas como yo. Lo disimulaba con mucha altura. Él lo captó.
- Te vi de lejos, tus pasos eran suaves, tu cabeza gacha y tus ojos tristes.
Yo había entrado a la oficina riendo.
Amenabar tiene las palabras justas. Es un gran pensador.
- Dejate de joder, pelotudo. Cambiá la actitud. Me dijo con decisión. La risa te salva, la ironía también. Reírse de la nada. Mirar al otro y reírse con él. No a toda costa, pero… o lo intentás o perdés. Y si perdés no ganás y sino ganás, no existís y si no existís te morís. Si te morís no hay nada. De todos modos alguna vez ocurrirá y dará lo mismo si es con tristeza o con alegría. Da igual. Sin embargo, mientras tu existencia sea un hecho, mientras exista el amor sé feliz.
Todos los derechos reservados Copyright 2007
Terminos y usos del sitio
Directorio Web de Argentina
Secciones
Portada del diario | Ediciones Anteriores | Deportes | Economia | Opinion|Policiales
Contactos
Publicidad en el diario | Redacción | Cartas al director| Staff