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19/12/2018 - Salud

El estrés de fin de año y la fertilidad

Es lógico llegar a fin de año con el cansancio y el estrés acumulado, que va a variar según hayan sido las vivencias de cada uno. El fin de año, marca el comienzo de uno nuevo, en muchos casos de un periodo de descanso, de recuperar fuerzas, de ordenarse, y de prepararse para lo que viene.

Si uno se encuentra en la búsqueda de un hijo se va a encontrar en una situación que va a ser única, y por eso es bueno saber un poco más acerca del estrés.

El estrés es una respuesta adaptativa del organismo para adecuarse a una situación ambiental. En principio es una reacción adaptativa del individuo, pero si la situación estresante se sostiene el tiempo, deja de ser una medida saludable y se convierte en un factor que lo vuelve proclive a disfunciones, anomalías y enfermedades pudiendo afectar el sistema inmunológico, el sistema psíquico y el sistema endocrino. Si bien el estrés no es necesariamente causa de infertilidad puede incidir en el logro- o no- de un embarazo. El estrés impacta en todo el organismo, por eso, requiere de un abordaje integral de mente – cuerpo.

Cuando una mujer no está logrando el embarazo, se sabe que la reacción cerebral al estrés provoca en los demás sistemas una respuesta de adaptación que puede derivar en afectaciones, entre ellas alteraciones reproductivas.

El Dr. Sergio Pasqualini refiere que el cuerpo humano funciona en redes, donde todo está interconectado. Todo tiene que funcionar en equilibrio y armonía; y si eso se rompe, por ejemplo como consecuencia del estrés, el sistema reproductor se puede ver afectado en su función y dificultar el logro del embarazo, ya sea por la vía natural, o producto de un tratamiento si es que este estuviese indicado.

El estrés en la mujer puede impedir una normal ovulación, fundamental para la calidad del ovulo y para la buena preparación del endometrio para poder recepcionar al embrión. En el caso de una estimulación hormonal de los ovarios, puede afectar el logro de la mejor respuesta posible. El estrés prologado en el tiempo también puede afectar la reserva ovárica y llevar a una pérdida de la misma en forma más temprana de la que lo hubiera hecho en el caso de no existir este padecimiento. En el hombre puede ocurrir lo mismo, pudiendo afectar la producción y calidad de los espermatozoides, así como también sumarse una disfunción para la relación sexual.

Estudios clínicos en todo el mundo, han demostrado que el estado emocional y el grado de estrés de una mujer puede repercutir negativamente tanto en la probabilidad de concebir un embarazo como en la posibilidad de que este llegue a término. La mente y el cuerpo interaccionan constantemente influyendo sobre la salud o la enfermedad de las personas. En los últimos años además, se observó un aumento de exigencias y circunstancias tensionantes a las que son expuestas miles de personas en el mundo: exigencias laborales, económicas, profesionales, culturales, políticas, etc., las cuales se constituyen en generadoras de estrés. En este contexto, existen muchos estudios que exploran la relación del estrés con la fertilidad; con el aborto espontáneo, con patologías en el embarazo más avanzado, e incluso se ha observado una bidireccionalidad que se genera con la inmunología y que puede dar cuenta de cómo es afectada la fertilidad en este contexto.  En los casos de infertilidad, sobre todo la que se presenta como sin causa aparente, algunas – o muchas- de las variables antes mencionadas tienen una gran responsabilidad.

Gracias a las estadísticas se sabe que en un gran porcentaje de los casos en que se demora la llegada del hijo, ya sea por la vía natural o con tratamiento, se generan trastornos emocionales y psicológicos. Actuando en consecuencia frente a esta realidad es que consideramos el acompañamiento terapéutico como una necesidad básica. La vivencia, tanto del hombre como de la mujer en esta búsqueda, es única y particular, y va a depender de la personalidad, del diagnóstico y de las posibilidades que se tengan en lograr el embarazo.

El diagnóstico y tratamiento de la infertilidad constituyen una importantísima fuente de estrés para las personas que los padecen, pudiendo en muchas ocasiones, derivar en una crisis vital o en una crisis de pareja.

Si bien no se puede afirmar que todas las personas desarrollan algún trastorno psicológico correlativo al diagnóstico y tratamiento de la infertilidad, si podemos aseverar que el impacto de la infertilidad sobre la esfera de lo psicológico dependerá de variables personales, y socio-ambientales. Por este motivo la mayoría de los protocolos del mundo en RHA (Reproducción Humana Asistida) recomiendan la intervención psicológica, el acompañamiento terapéutico, en personas que se encuentran en la búsqueda de un embarazo.

El abordaje de la situación de crisis devenida en esta etapa, consiste en la intervención desde la modalidad “focal”. Este concepto permite reinterpretar las vivencias ansiogenas y angustiantes generadoras de crisis y/o de conflicto de pareja. Las psicoterapias de los trastornos psicológicos concomitantes a los tratamientos de fertilidad son acotadas en el tiempo, incluyendo según el caso, la interconsulta con psiquiatría, sexología y terapia de pareja.  La psicoterapia es indicada cuando hay desarrollo de sintomatología psicopatológica o por demanda espontaneas del paciente de un espacio para el consenso y/o toma de decisiones, fundamental frente a la necesidad de la donación de gametas (óvulos o espermatozoides), y de la subrogación de vientre.

Otra forma de intervención lo constituye el Couseling Humanista, que permite tomar conciencia de las emociones y recorrer el camino de la fertilidad enfocando en el aquí y ahora. La intervención del Couseling tiene como objetivo buscar qué es lo problemático para cada paciente y ayudarlo a explorar alternativas respetuosas de los principios de la vida de cada persona.

Además se recomiendan otras herramientas como ser la acupuntura y el yoga, siendo el objetivo multidisciplinario el lograr el equilibro del cuerpo para que todos los sistemas – el psíquico, el nervioso, el endócrino, el inmunológico, el hematológico– funcionen en forma adecuada y de esa manera colaborar en el logro del hijo tan deseado.

Utilizar estas herramientas como forma para mejorar física, emocional y psicológicamente tiene el objetivo de lograr la movilización de  recursos que produce el propio cuerpo y así generar drogas endógenas que impulsan a vivir en un estado de plenitud.

Por el Dr. Sergio Pasqualini, Director científico, Lic. Patricia Martinez, Psicóloga y Alicia Pendito, Counselor de Halitus Instituto Médico. 


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