AMPLIAREscena del musical

04/08/2017 - Crítica

Un espectáculo que eleva la vara en la producción de musicales en Tucumán

Un espectáculo que alterna las luces del entretenimiento musical a la manera de Broadway y el West End con oscuras reflexiones y humoradas sobre el devenir humano es Ni con Perros ni con Chicos, que se presenta los fines de semana –viernes y sábados- en la sala Orestes Caviglia

En él son recreados momentos clave de la vida del gran actor y director inglés Charles Laughton (1899-1962) (Andrés D’Andrea) a través de la erizada memoria de su viuda, la actriz Elsa Lanchester (1902-1986) (Andrea Barbá), la cual es estimulada por el documentalista Andy Jenkings (Guillermo Arana). 

La acción es en la casa de ella, donde también está Sandra, una joven secretaria (Ashley Matheus), y en la que irán tomando cuerpo y musicalidad personajes comunes y algunas de las figuras más grandes del cine y el teatro de Europa y Estados Unidos de la primera mitad del siglo XX, entre ellos Billy Wilder, Bertolt Brecht y Alfred Hitchcock.

Escrita y compuesta por Fernando Albinarrate, de Buenos Aires –quien en las primeras funciones tucumanas empuñó la batuta al frente del cuarteto musical en vivo-, la obra tiene en el grupo de actores y bailarines tucumanos, bajo la precisa dirección de Sebastián Fernández, a leales intérpretes de la idea original de Albinarrate.

Fernández está al frente, además, de un equipo profesional numeroso, propio de la compleja maquinaria teatral que se pone en juego para montar una obra de estas características.

Quienes conocimos la puesta del Teatro Cervantes que en 2016 recaló en Tucumán no extrañamos aquí nada y -así de simple- nos dejamos llevar hacia un mundo en apariencia dorado: el teatro y el cine europeo y estadounidense de las décadas de los años 30, 40 y 50.

En Ni con Perros… todo ha sido bien creado, y todo se recrea bien en la sala Caviglia, donde cuatro músicos en vivo –el peso mayor está sobre el destacado joven pianista Yusef Saife-, apostados a un costado del escenario, construyen el marco instrumental preciso para el lucimiento individual, en dúos y grupal de los actores-cantantes.

Como Elsa, Andrea Barbá exhibe gracia y seguridad, tanto en lo musical como en lo actoral, y en “la novia de Frankestein” consigue uno de los momentos más altos de la obra por la mezcla de musicalidad, ironía y humor de ese personaje; pero todo su actuar y decir constituyen un vehículo propicio para las reflexiones de su Elsa, llenando el escenario y la sala –con nuestras vidas en ella- con las dudas, los desencantos y las pasiones de su querible personaje.

En su Laughton, Andrés D’Andrea echa otra vez a andar su enorme oficio actoral y una buena musicalidad, apostando a un elegante histrionismo pero también a la sobriedad para afrontar los momentos más delicados de la vida íntima del personaje. Su rico monólogo inicial suena pleno en su voz, y ya desde el primer y complejo cuadro grupal (“siempre teatro habrá bajo el sol”), el actor marca el centro de la acción, sin impedir que el resto de los integrantes del elenco encienda sus propias dotes.

Ashley Matheus compone su papel con gracia personal y es su voz la que le da belleza a una de las melodías más recordables de las canciones de Albinarrate: La Noche del Cazador, inspirada en la única película que dirigió Laughton y considerada objeto de adoración por los conocedores del cine.

Todo el elenco ayuda a construir, con capacidad individual y a la vez de adaptación a las reglas estrictas del musical, esta obra de sincronía y equilibrio: Joel Alonso Quírico, Leandro Ávila, María Florencia Naranjo, Celeste Tríbulo y Mariano Ovejero.

Resultado de una producción conjunta de la Fundación para el Desarrollo de las Artes Escénicas y el gobierno de Tucumán, Ni con Perros ni con Chicos eleva la vara para la futura realización de espectáculos musicales en nuestro medio, y nos predispone como público a buenos tiempos por venir en las tablas del teatro, ese lugar donde la vida se condensa “en muy poco espacio”, como decía una magnífica canción que Nacha Guevara interpretaba a mediados de los años 80.

Ernesto Klass, invierno del 17