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Mariela Acotto
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23/06/2017 - Por Mariela Acotto*

El tango refleja una poesía identitaria argentina

La cantante de tango Mariela Acotto, brinda en esta nota, su mirada sobre este género musical, en el marco que el 24 de junio se conmemoró un nuevo aniversario de la muerte de Gardel.

 Mucho se escribió acerca del tango y sus inicios en el Río de la Plata, como género musical a principios del siglo pasado.

Lo cierto es que el tango surge con el énfasis de una cultura orillera, de los arrabales, en un principio prohibida en los ámbitos aristócratas y conservadores, destinado a ambientar burdeles, “cabarutes” y milongas.

Pues bien, todo eso es el tango, además de ser una constelación de poesía callejera, melancólica y nostálgica de desarraigo, destierro, traiciones y planteos existenciales, donde la vida y la muerte se dan la mano.

El tango pasa a ser entonces un fenómeno social, porque su poesía habla de una síntesis de culturas, credos y costumbres, que refleja la esencia identitaria de nuestra nación.

Cantar un tango es contar todo eso, es dar testimonio de espacios comunes que nos unifica: la casa de pensión, el llotivenco (conventillo), la esquina, el bar, el arrabal, las orillas de la urbe, donde se tejen historias, amores, ambiciones, pasiones, en una suerte de escenario común donde nos fundimos y a veces confundimos.

Santa o casquivana no hay términos medios

La mujer puesta en el tango como, la santa “viejita” por un lado, recluida a una vida precaria, a la par de un hombre extremadamente fatalista, plagado de excesos que invariantemente padece su existencia, su procedencia y hasta su nuboso futuro.

Por el otro, la mujer casquivana, ligera de cascos, bataclana, milonguita, divertida y jocosa que entretiene en los burdeles pero que en soledad llora su vil existencia, su pobreza y su condena social.

En el tango conviven  los criollos, el lamento de la madre judía, el acaloramiento pasional de los tanos, el determinismo de los árabes, la fatalidad de los gallegos, el talante de los franceses y el latir de los negros.

Cuando se baila tango, queda siempre un vacío, entre el hombre que “lleva” y la mujer que se “deja”, pero que se quiebra y estremece con sus contorneos y cortes al galán que intenta dominarla.

Por último, según Enrique Santos Discépolo “el tango es un sentimiento triste que se baila”.

*Mariela Acotto es licenciada en psicología, docente y cantante de tangos. Su incursión en la música es intensa, desde hace 9 años eligió al tango como género musical exclusivo para cantar.


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