AMPLIARPlayas amargas en Rio

27/12/2016 - Crisis política

Empleados municipales de Río se movilizan para pedir comida

La popular playa brasileña de Copacabana deambula entre la fiesta y el hambre, pues mientras operarios montan el escenario de los tradicionales festejos de Año Nuevo, empleados públicos piden comida para enfrentar los pesares por la falta de pago de sus salarios.

Detalles.

El Gobierno, en tanto, declara el "estado de calamidad económica", en la ciudad que es la vidriera del país.

A pesar de los 37 grados y el sol radiante que elevaba la sensación térmica a 40 frente al mar, hoy un grupo de empleados públicos cariocas volvió a recoger alimentos, artículos de limpieza y otros de la canasta básica para enfrentar el "hambre", según dijeron.

Desde hace más de un mes los sindicatos de empleados, médicos y policías de Río de Janeiro están en virtual pie de guerra contra la gobernación que reconoció estar impedida de pagar los salarios de noviembre, y no puso fecha para el abono del aguinaldo.

El gobernador de Río, Fernando Pezado, firmó un decreto por el cual la provincia está en un régimen administrativo de emergencia debido al "estado de calamidad económica".

El contraste entre las quejas de los empleados y los turistas extranjeros que comenzaron a ocupar las playas de Copacabana y Leblon, se convirtió en el paisaje cotidiano de la "Ciudad Maravillosa", que es el principal destino de quienes viajan a Brasil para veranear.

Cerca de 800 mil visitantes llegarán a Río hasta el próximo sábado cuando se realizará la imponente quema de fuegos artificiales y habrá recitales en los escenarios que hoy eran montados por decenas de operarios.

Posiblemente sea Río de Janeiro el estado más golpeado por una crisis que comenzó a despuntar en 2014 pero se mostró con toda su crudeza en 2015, cuando Brasil enfrentó una recesión del 3,8 por ciento.

En 2016 la recesión rozará el 3,5 % según proyectan los analistas y el mercado financiero.

Ante la adversa situación económica el carioca parece haber olvidado su proverbial buen humor y optimismo, dice el escritor Zuenir Ventura.

Y es que ni el Cristo Redentor quedó a salvo de las penurias de la crisis: la Arquidiócesis de Río inició una colecta para concertar fisuras, goteras y hasta los problemas eléctricos que la semana pasada lo dejaron a oscuras, haciendo más evidente que este verano será uno de los peores de los últimos años.

Los comerciantes también supieron de las consecuencias de la crisis, con los shopping poco menos que vacíos y las ventas en caída libre.

Esa merma de la demanda golpeó a todo Brasil donde las ventas navideñas en los grandes centros de compras se desplomaron el 4%, mientras que la caída fue del 9% si se compara todo 2016 frente a 2015, según la consultora Serasa Experian.

Las entidades que representan a los empleados cariocas ya recolectaron 18 toneladas de donaciones para socorrer a sus afiliados, especialmente aquellos que enfrentan más carestía y a los de mayor edad.

Bernardo Gelson Ferreira, un empleado público jubilado, lloró el pasado lunes ante las cámaras de la televisión carioca cuando recibió una bolsa con alimentos.

"Uno tiene que pasar vergüenza, esto es muy triste, nunca imaginé que me pase tener que recibir una donación", dijo el señor Ferreira.

Uno de los donantes es el joven Rosemberg da Silva quien llegó con dos bolsas llenas de productos al local donde acopian las entregas.

"Mi madre es empleada pública, ella tampoco cobró, ella también está económicamente apretada pero hay personas que están peor", declaró Da Silva.

Otra jubilada, la señora Adriana Nogueira, se indignó contra "el gobierno que nos hace pasar esta situación humillante, debo dos meses de alquiler, no nos pagan ni una jubilación de miseria".

"Pensar que el año pasado yo donaba cosas y ahora vengo a pedir una bolsa porque no tengo ni para la comida", completó Nogueira.