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30/11/2012 - Por Sebastián Ganzburg

30 de noviembre

Parte diecisiete del diario íntimo de un hombre cincuentón que atraviesa los senderos de la vida como puede. El primer texto se publicó en la edición del 30 de junio. En esta oportunidad nuestro personaje reflexiona sobre momentos de hastío y de amor.

Texto completo 

30 de noviembre 

Siento como la vida se diluye, un charco formado por tenues lloviznas en el gris pavimento. La salida del sol evapora esa tristeza humana caída por siglos que se acumula en nubes de incienso. Los hombres somos efímeros, pasajeros en un mundo al cual manipulamos constantemente. Atravesamos una vida donde priman situaciones banales, impúdicas, repetitivas, circulares. Creemos en dioses que nos generan esperanzas absurdas y a la vez nos sustentan una existencia rara. 

Odiamos sin límites, amamos sin razón pero no lo suficiente. El estiércol es muchas veces sinónimo de humanidad. Tratamos de ser buenas personas, sin embargo, en más de una ocasión cagamos al prójimo sin que se nos mueva un pelo y nos decimos cristianos. No tenemos caridad y somos abrumadoramente destructivos. Vivimos en un mundo difícil y austero. Solo importa lo que tenemos, porque eso somos. Lo material nos inunda, nos sumerge en ruinas de hastío, nos traiciona, nos aprisiona. 

El arte vale dos centavos. No valoramos nuestros logros, ni reflexiones mentales, ni humanas. Somos un sin fin de actos fallidos en una existencia cada vez más difícil y absurda. 

Me levanto temprano, atiendo al público en mi oficina, soy cortes y generoso. Tomo café, almuerzo, visito a mi hija, converso con el taxista sobre el clima, la política, la inflación. Miro televisión, viajo en colectivo. Hago lo mismo una y otra vez. 

Toco el saxo y me enamoro. La beso, la palpo, la acaricio, la riego, la bebo, la sudo, la amo, la abrazo, nos enternecemos. 

Jugamos a ser adolescentes, otras veces a ser niños. Sin preocupaciones, con la única responsabilidad de que la vida nos sonría, que la felicidad sea un hecho. Un oasis de ternura, mirándonos a media luz. Ella canta jazz, yo toco el saxo. 

Nos deslizamos por un cielo azulado, plateado y hermoso. Esta vez somos lo que deseamos, lo que sentimos, lo que amamos.  


Identificación de Personas Desaparecidas

Si tenés un familiar victima de desaparición forzada y aun no diste tu muestra de sangre lo podés hacer ahora y ayuda a identificarlo.La toma de muestras son gratuitas, hechas por el Equipo Argentino de Antropología Forense dentro de la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas. Llama e 0800-333-2334, de lSec. DDHH Tuc. –Juzgados Federales 1 y 2 Tucumán.



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