El Jefe de inteligencia de la policía durante el proceso, Roberto Albornoz fue visto el sábado a la tarde comprando en un supermercado, pese a que tiene prisión domiciliaria, por eso la querella pidió que se la revoque. El TOF exige más pruebas. Además declaró María Aldeco quien aseguró que al genocida nadie lo custodia. Ella fue golpeada y violada por el imputado durante trece años. Tiene una hija con él que recién conoció hace tres.
Desde el inicio de la jornada todas las miradas apuntaron a Roberto “el tuerto” Albornoz, Jefe del servicio de inteligencia durante el proceso, debido a que el sábado fue visto haciendo compras en el Super Vea de calle San Lorenzo alrededor de las 19. Esto fue denunciado por una testigo a través de la querellante Laura Figueroa. Por este motivo la totalidad de la querella pidió la revocación de la prisión domiciliaria y el allanamiento de su casa.
La situación derivó en que se lo llame a declarar al cabo Arias de la Federal que estaba de turno aquél día. Aseguró que Albornoz estuvo todo el tiempo en su casa. Su tono de voz fue titubeante, hubo una serie de contradicciones y estaba muy nervioso. El testimonio no fue convincente.
Además brindó testimonio Mirta del Valle Aldeco, quien fue empleada doméstica del genocida. Tenía alrededor de 15 años cuando comenzó a trabajar. Hoy 53, es decir que entró en 1972, hasta los 28 años, según expresó. Todo el periodo de la dictadura.
Sus palabras fueron desgarradoras, impactantes. La mujer describió a un personaje siniestro, de una mente perversa. Aldeco expresó que desde que llegó a esa casa Albornoz la violaba y golpeaba constantemente, cosa que también hacía su hijo, Juan Manuel que, dicho sea de paso, es taxista, vive en la calle Martín Fierro 542 junto a su padre, maneja su taxis Ford Escor y asiste a todas las audiencias.
“Albornoz no me pagaba, no me dejaba ir a mi casa a ver a mi familia. Si me escapaba me hacía traer con la policía” sostuvo. Y aseveró: “no se si mi hija es de él o de su hijo. Ambos me violaban”. La hija hoy tiene 33 años pero con su madre se conocieron hace tres porque al poco tiempo de haber nacido, este siniestro personaje la echó a Aldeco de la casa.
También sostuvo que María Guerra (ex policía, apartada de la causa) era amante de Albornoz y manifestó que el tuerto le regaló una casa ubicada en calle Frías Silva. Era la vivienda de la cual secuestraron a Oesterheld. La mujer reveló que Albornoz “se reía de las personas que asesinaba. Tenía sus joyas en una lata, les cortaba las manos o dedos para sacárselas. Yo las vi dentro de su casa. También tenía tarros llenos de billetes de dólares y un maletín negro con mucha plata”. Y agregó: “le regaló otra casa a Guerra en Mar del Plata que no conozco”.
Aldeco a su vez declaró que Albornoz golpeó a su esposa Lita hasta el día de su muerte, falleció de cirrosis, y no dejó que ni siquiera su familia la vea. Mencionó que debajo de su cama el genocida tenía armas de guerra “las conozco porque soy policía, pero hace 4 años me echaron sin fundamentos de la fuerza, seguramente Albornoz se lo pidió al Jefe de Policía porque todavía tiene poder”.
María del Valle conoció hace tres años a su hija porque “Lita (esposa de Albornoz) me la entregó en el Padilla” cuando se estaba muriendo. Albornoz le había dicho que su mamá la abandonó porque no la quería. Lita fue precisamente quien “me hizo entrar a la fuerza”.
La testigo confirmó que varias veces lo vio al asesino salir de su casa pese a la prisión domiciliaria. “No tiene custodia. Todos saben eso en la Banda. Varias veces lo vi pasear por el centro, la última vez fue hace un mes”.
Pero no es todo, la mujer relató que Albornoz mataba, secuestraba gente. “A las embarazadas les pateaba la panza”.
Motín de guerra
Albornoz como afirmó la testigo, le robó la hija producto de la violación y otra criatura más que Aldeco solo vio 15 minutos. En este sentido, ayer le reclamó al TOF justicia. “Quiero saber dónde está mi hija”. Además mencionó que lo vio a su torturador con una bebé, se llama Mercedes Cañizares, según me dijo Lita, su verdadero nombre es Velardes. Yo la amamanté, nació cuando mi primera hija era bebé.
Con semejante testimonio el Tribunal decidió realizar una inspección ocular a la casa del reo, tal como lo había solicitado al comienzo de la audiencia la querella. De esta manera, el presidente del TOF Carlos Jiménez Montilla, junto al fiscal Terraf fueron al domicilio. No encontraron armas. Ambos coincidieron en que el imputado no puede haber salido sin que el cabo Arias lo viera.
Por su parte la querella entiende que las pruebas son más que elocuentes para que le revoquen la prisión domiciliaria. El fiscal estimó que no son suficientes. El TOF se tomó media hora y decidió aplazar la decisión hasta que se aporten más pruebas.
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