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AMPLIAREn la Amazonía la bioeconomía se ha ido consolidando

Las empresas apuestan por la bioeconomía como modelo de desarrollo

Generar productos y servicios que se combinen con la conservación y regeneración de la biodiversidad es el principio de la bioeconomía, un modelo económico que gana cada vez más espacio en los debates sobre soluciones para promover un desarrollo que sea al mismo tiempo social, económico y ambiental.

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En el estado de Pará, el malestar por un problema generado por la cultura alimentaria de la región llevó a la empresaria Ingrid Teles a tener una idea para solucionar el gran volumen de semillas desechadas diariamente por las empresas productoras de pulpa de açaí. En 2017 inició una investigación que, en 2022, dio como resultado la creación de una empresa de cosméticos.

“Fue viendo este volumen de residuos que comencé a buscar una solución que pudiera ser un modelo de negocio, pero que también contribuyera socialmente. Luego comencé a producir jabones de açaí a partir de las semillas y en una estructura de bioeconomía circular”, observa Ingrid.

Açaí

Para que te hagas una idea, sólo el 26,5% del açaí es comestible, el resto tiene fibra y semillas, considerados residuos en la cadena alimentaria. A esto se suma el hecho de que Pará es el mayor productor nacional de açaí, responsable por el 93,87% de la producción brasileña. Sólo en 2023, la cosecha registró 1,6 millones de toneladas de frutas, según el estudio de Producción Agrícola Municipal (PAM) 2023, realizado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

Como fruto nativo de la región, el cacao tiene conocimientos sobre su manejo y procesamiento arraigados en las comunidades tradicionales de la región.

Al igual que el açaí, el cacao abunda en los suelos de las llanuras aluviales, lo que también lo convierte en un producto sólido para un modelo de bioeconomía en el Amazonas.

Esta tradición fue decisiva en el surgimiento de una empresa procesadora de cacao para productos utilizados en terapias y ceremonias de salud, liderada únicamente por mujeres.

Una de las socias, Noanny Maia, relató que, en 2020, reunió a su madre y a sus dos hermanas en el intento de retomar un negocio dejado por su padre y el legado de cuatro generaciones de producción de cacao, en el municipio de Mocajuba, en el interior de Pará.

“Cuando llegamos a la región nos enfrentamos a una realidad de degradación ambiental que impactó de manera impresionante a las familias productoras de cacao, con mucha pobreza y sobre todo mujeres en situación de vulnerabilidad e incluso violencia. Ya no era la abundancia que había en la época de mi abuelo”, recuerda.

Impulsados ​​por el deseo de mejorar la calidad de vida de las familias vecinas e impactar positivamente en la cadena del cacao, crearon una empresa que actualmente absorbe la producción de cacao de 15 familias y procesa los granos en barras, nibs (almendra menos procesada) 100% cacao y granola, además de producir gelatinas, velas y pediluvios. “Aprovechamos la integración vertical del cacao”, afirmó la empresaria.

Fortificación

Los dos proyectos forman parte de la Estrategia Nacional de Bioeconomía lanzada por decreto presidencial a principios de junio, lo que demuestra el interés del gobierno brasileño en fortalecer políticas públicas que favorezcan este sistema económico. El tema también es objeto de una iniciativa propuesta durante el G20 en Brasil. El G20 es un grupo formado por ministros de finanzas y jefes de bancos centrales de las 19 economías más grandes del mundo, además de la Unión Africana y la Unión Europea. Fue creado en 1999.

En la Amazonía, la bioeconomía se ha ido consolidando mucho antes de que gobiernos y organismos internacionales debatieran el tema. Según el superintendente director del Servicio de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae) de Pará, Rubens Magno, el uso de los recursos naturales asociado a la preservación de la selva es una práctica ancestral entre los pueblos tradicionales de la Amazonia.

“Estos pueblos ancestrales vienen haciendo esto desde hace muchos años, pero muchas veces no se dan cuenta de que tienen estos conocimientos y tampoco se dan cuenta del valor de la Amazonia y del valor que la gente de fuera le da al bosque”, afirmó. resaltado.

Mercado

Con proyecciones de un mercado que podría alcanzar los 8.100 millones de dólares anuales, hacia 2050, sólo en la Amazonía, la bioeconomía está creciendo principalmente entre los micro y pequeños empresarios. Según Magno, este es el resultado del trabajo para fortalecer este escenario con la instalación de un polo de bioeconomía del Sebrae en la ciudad de Santarém, responsable de sacar de la informalidad a muchos de estos empresarios.

En este centro, la institución lanzó, el jueves pasado, una red para integrar a todos los actores de la bioeconomía: investigadores, instituciones gubernamentales, inversores y empresarios.

“Estamos colocando a diferentes actores para dialogar y exponer sus conocimientos de manera transversal, para fortalecer a todas las entidades involucradas y, de esta manera, hacer que las startups crezcan, los inversionistas participen y los gobiernos de todos los ámbitos vean ese poder local”, explicó.

Para Magno, el objetivo hasta la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP30), que se realizará en noviembre de 2025, en Belém, es que la bioeconomía en la región pueda traducirse en un sistema económico fortalecido por el desarrollo social que agregue valor a los recursos naturales , manteniendo el bosque preservado. “Queremos mostrar al mundo el poder del bosque, con la bioeconomía como nuestra fuerza”, concluyó.

Fuente: Agencia Brasil