El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, dio a entender ayer martes que admite su derrota electoral, aunque sin ser del todo explícito, y desautorizó los métodos de los camioneros que bloquean carreteras y piden un golpe militar frente a la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva.
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Bolsonaro habló poco más de dos minutos en el Palacio de la Alvorada, residencia oficial, donde comenzó refiriéndose a los bloqueos viales por parte de sus seguidores, que han paralizado rutas de todo el país en contra de la victoria del exmandatario progresista.
"Los movimientos populares son fruto de la indignación y el sentimiento de injusticia por como se dio el proceso electoral", comenzó, rodeado de algunos ministros, entre ellos el jefe de gabinete, Ciro Nogueira.
"Las manifestaciones pacíficas siempre serán bienvenidas, pero nuestros métodos no pueden ser los mismos de la izquierda, que siempre perjudican a la población, como invasión de propiedades, destrucción de patrimonio y cercenamiento del derecho de ir y venir", agregó.
El ultraderechista aseguró que, pese a la derrota, "la derecha surgió de verdad en el país", y destacó la "robusta" representación en el Congreso conseguida en las elecciones del 2 de octubre.
"Formamos diversos líderes por Brasil, nuestros sueños siguen más vivos que nunca", dijo al proyectar el futuro fuera de la Presidencia, que debe dejar el 31 de diciembre.
El mandatario se jactó de haber "superado una pandemia y las consecuencias de una guerra", teniendo "todo el sistema en contra".
"Siempre fui catalogado como antidemocrático y, al contrario de mis acusadores, siempre actué dentro de la Constitución (..) Mientras sea presidente de la República y ciudadano, continuaré cumpliendo todos los mandamientos de la Constitución", dijo el mandatario saliente, de 67 años.
Bolsonaro, que agradeció a los 58 millones de brasileños que lo votaron el domingo, autorizó a Nogueira a iniciar la transición con el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.
Se despidió asegurando estar "honrado" de estar en un lugar de líder, y sin responder preguntas.
"Es una honra ser el líder de millones que defienden la libertad económica, religiosa, de opinión, la honestidad y los colores verde y amarillo de nuestra bandera", concluyó.
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