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AMPLIARIntegrantes de la tribu Piripkura

Brasil renueva la protección de una tribu amazónica poco vista durante seis meses

Los dos únicos hombres conocidos de la tribu Piripkura en Brasil viven aislados en tierras ancestrales del tamaño de Luxemburgo en la selva amazónica, resistiendo décadas de invasión por parte de madereros y ganaderos.

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La agencia de asuntos indígenas de Brasil, Funai, renovó una orden de protección el viernes para el área de 242.500 hectáreas (599.230 acres) en el estado occidental de Mato Grosso. Pero la protección renovada durará solo seis meses, a diferencia de las prórrogas de tres años otorgadas para el territorio desde 2008.

El destino de Piripkura se ha convertido en una prueba de los derechos indígenas bajo el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro, quien ha criticado las reservas por dar demasiada tierra a muy pocas personas y bloquear la expansión de la minería y la agricultura.

Los defensores de los derechos indígenas habían presionado por una extensión de tres años como en renovaciones anteriores. El grupo de defensa Survival International lo llamó una "suspensión de la ejecución" por parte del gobierno para evaluar las reacciones antes de terminar la protección por completo.

"Todavía estamos profundamente preocupados porque el futuro de Piripkura todavía está en juego, mientras que los acaparadores de tierras están dando vueltas y listos para invadir", dijo Fiona Watson, directora de investigación y defensa de Survival International.

La fiscalía brasileña instó al gobierno a renovar las órdenes de protección que están a punto de expirar para cuatro grupos de indígenas. Dijo que Brasil es el país sudamericano con el mayor número de indígenas que viven voluntariamente en aislamiento, con 114 grupos avistados.

El fiscal federal Ricardo Pael, que ha estado buscando una extensión ordenada por la corte en Mato Grosso, dijo que debería renovarse hasta que Funai tome una decisión final sobre hacer de Piripkura una reserva tribal oficial.

ENCUENTROS ESPORADICOS

Los hombres de Piripkura, Baita y su sobrino Tamanduá, solo se han visto en los últimos años en encuentros esporádicos con el personal de Funai. Sin afeitar, con el pelo largo y desnudos, desaparecen rápidamente en el bosque, donde se cree que viven otros Piripkura.

La hermana de Baita, Rita Piripkura, ha sido el contacto de los hombres con el mundo exterior desde que emergió para casarse con otra tribu en la cercana reserva de Karipuna.

"Me preocupa que los maten. Hay muchos forasteros por ahí. Podrían matarlos a los dos y no quedará nadie", dijo Rita a Survival International en una entrevista grabada, recordando una masacre de su pueblo hace años. atrás.

"Los hombres blancos llegaron al amanecer y mataron a todos. Nos mataron a nueve de nosotros. Mi familia escapó en una canoa", dijo.

En julio, el fiscal federal Pael obtuvo una orden judicial para el desalojo de agricultores de la tierra Piripkura, el territorio más deforestado de cualquier pueblo amazónico aislado o recientemente contactado. La policía aún no ha actuado sobre la orden.

Los antropólogos dicen que las tribus aisladas del Amazonas no pueden sobrevivir sin sus tierras y se enfrentan cada vez más a invasores armados interesados ​​en la caza furtiva, la agricultura y la minería en su territorio.

Los invasores se han vuelto más audaces desde la elección de Bolsonaro en 2018, quien una vez elogió al coronel George Custer en un discurso por su papel en la limpieza de las praderas estadounidenses de pueblos indígenas.

Está respaldando un proyecto de ley en el Congreso que limitaría los reclamos de tierras indígenas y ayudaría a abrir reservas tribales para la minería comercial y las plantaciones.

La fiscalía dijo en su comunicado que las empresas mineras tienen 55 solicitudes de licencias de prospección en tierras de Piripkura que serán retenidas por la orden de protección por otros seis meses.

A los defensores indígenas les preocupa que la falta de renovación de tales órdenes signifique una eventual extinción de los territorios protegidos.

"Será el fin de Piripkura", dijo Fabricio Amorim, un ex empleado de Funai que ahora trabaja en OPI, una ONG que aboga por los derechos de los pueblos indígenas aislados y recientemente contactados.